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HOMENAJE DEL SENADO A LA FIGURA DE DON
RICARDO FERRANDO KEUN
13 DE JULIO 2004
Nieto de diplomático español casado con dama austriaca e hijo de madre griega de origen holandés, Ricardo Ferrando nació en Nueva York en 1912. A los pocos años sus padres se radicaron en Chile, en la zona de "La Frontera", como a él le gustaba llamar a las tierras que lo adoptaron como hijo.
No es casual que los restos de un hombre como Ricardo Ferrando hayan sido depositados en suelos araucanos el día de San Pedro y San Pablo, pilares fundacionales de la Iglesia Católica, institución a la cual entregó las energías de su vida -que no fueron pocas- y que canalizó al mundo que lo rodeaba, desde el compromiso social y político y desde el compromiso religioso, como diácono de la Diócesis de Temuco.
Pero este compromiso con los hombres de su país, y especialmente con los de su querida Araucanía, partió en Santiago con sus primeros estudios de pedagogía en la Universidad de Chile, donde en 1939 se tituló de profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica. Sus primeros alumnos fueron los del Liceo Nocturno Federico Hansen, lo que nos habla de su opción por los postergados de nuestra sociedad, más aún si consideramos que por esos años todavía era alumno y, además, entre 1934 y 1935, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, FECH.
Más adelante, y durante más de 10 años, fue maestro del primer colegio del Arzobispado de Santiago, el Instituto de Humanidades Luis Campino. Posteriormente enseñó en otros establecimientos de la Capital, como The Grange, el Liceo Alemán y el mío, el colegio San Ignacio.
En esos años de la década de los cuarenta, mientras ejercía la docencia y dictaba clases en la entonces Facultad de Comercio de la Universidad Católica, Ricardo Ferrando participó en la fundación de la Falange Nacional -más tarde Partido Demócrata Cristiano- junto a notables jóvenes cristianos y políticos, como Eduardo Frei Montalva, Bernardo Leighton, Ignacio Palma y Manuel Garretón, entre otros, y de la cual fue su Secretario General entre 1941 y 1945.
Pero existen una institución y una ciudad a la que Ricardo estuvo entrañablemente vinculado: el Liceo de Hombres de Temuco, donde fue profesor desde 1949, y también vicerrector y rector, entre 1964 y 1965. Mientras ejerció estas ocupaciones, la vida gremial y las organizaciones laborales no dejaron de contar con su orientación y experiencia. Ello queda de manifiesto cuando durante 2 años, de 1951 a 1953, encabezó la sección Cautín de la Unión de Profesores de Chile.
A mediados de los años cincuenta, Ricardo Ferrando realizó una intensa actividad académica. Fue designado por la Universidad de Chile para dirigir un seminario de investigación sobre el desarrollo económico de la provincia de Cautín. Asimismo, participó en la creación del Centro Universitario Regional de Temuco, inaugurado en 1960. Y también fue Jefe del Departamento de Educación y asesor de la dirección de la sede La Frontera de la Universidad Católica de Chile.
Por esos mismos años asumió como alcalde de la ciudad de Temuco, cargo que ocupó entre 1956 y 1960, para luego ser electo regidor entre 1960 y 1963.
Esta permanente actividad política culminó con su ingreso al Senado de la República en 1965, por las provincias de Biobío, Malleco y Cautín, en representación de su Partido, el Demócrata Cristiano. Fue Vicepresidente de la Corporación entre enero de 1971 y mayo de 1972, fecha en la que renunció a la Mesa por cuestiones políticas junto con el Presidente, don Patricio Aylwin. Participó con especial dedicación en las Comisiones de Educación, de Economía y Comercio y de Agricultura y Colonización.
Sus preocupaciones legislativas abarcaron conflictos laborales; medidas para enfrentar calamidades producidas por temporales en el sur; análisis de problemas limítrofes (especial homenaje rindió al teniente de Carabineros Hernán Merino Correa con motivo de su muerte); reformas constitucionales.
Particular referencia hizo siempre a los discursos del Papa Paulo VI, junto con tratar temas de educación pública escolar y universitaria y cuestiones previsionales de obreros y empleados, pescadores y mineros.
También manifestó su inquietud por la invasión estadounidense al sudeste asiático.
Una de las actividades intelectuales más relevantes de Ricardo Ferrando fue la recopilación de todo tipo de antecedentes vinculados a la historia de la Araucanía y de la ciudad de Temuco, muchos de los cuales volcó en investigaciones, libros y otros escritos que aún quedan por rescatar de sus papeles personales.
De su clásico texto "Y así nació la frontera… conquista, guerra, ocupación, pacificación. 1550-1900", publicado en 1986, deseamos recordar algunas de sus palabras introductorias, en relación con sus tierras queridas:
…"aquí el bosque, la montaña, los ríos y los lagos en los que se duermen los soles, la luna y las estrellas, siguen el sueño de los siglos, perturbados tan sólo por el canto de los pájaros o el paso leve del mapuche que descalzo va a su rancho, donde es el rey de su propia vida.
"Niño aún, viajaba entre Concepción y Chillán, y recuerdo que, al acercarse el ferrocarril a San Rosendo, los inspectores de los trenes, que en aquel entonces recorrían los vagones anunciando las estaciones, lanzaban una frase provocadora y llena de misterio: San Rosendo, trasbordo a la Frontera.
"Es que a partir de ese punto los trenes que entraban hacia el sur iban a recorrer ese mundo inquieto, primitivo, con mucho de salvaje y de pionero, de far west chileno: La Frontera. Nombre imborrable que está presente en todo. Si algo quiere ser auténtico en esta zona estará inspirado y acrisolado bajo el término La Frontera. Movido por esta realidad es que escribo", expresaba.
Con plena razón, los medios de la región informaron, embargados de hondo pesar, de la muerte de Ricardo Ferrando en los últimos días del recién pasado mes de junio. No hubo dudas en considerarlo un hombre generoso a toda prueba, constructor de acuerdos sociales y promotor permanente de la participación ciudadana, ejemplo de ponderación política, siempre vinculado a las inquietudes de su comunidad, desde la cátedra, desde la Iglesia, desde el municipio, desde el Senado. No hay dos opiniones respecto a su intenso humanismo cristiano, practicado desde el mundo público y, desde el mundo privado, en su zona y con sus habitantes.
Don Rafael Luis Gumucio expresó algunos juicios sobre el mundo humanista y cristiano. Y creo que era coetáneo con Ricardo Ferrando. Por ello, al terminar mis palabras, quisiera agregar los conceptos que formuló respecto de los falangistas:
"Celebro con toda el alma que los católicos de la Falange Nacional se destaquen como partido. Celebro que vayan contra el capitalismo individualista. Celebro que con sinceridad quieran justicia social. Celebro sus esfuerzos por los justos precios y los justos salarios. Celebro, por fin, que no sean reaccionarios.".
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor LARRAÍN (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor García.
El señor GARCÍA.- Señor Presidente, señores Senadores:
Me sumo al sentido homenaje que esta tarde tributa esta Corporación a un distinguido y querido ciudadano de Temuco que recientemente nos dejó: nuestro querido don Ricardo Ferrando.
Tuve la oportunidad de conocerlo en las calles de esa ciudad, cuando aún su vitalidad le permitía participar activamente en diversas actividades académicas, políticas y de bien social.
Hombre alto, imponente, canoso, no pasaba inadvertido. Y quienes conversábamos con él nos dábamos cuenta de su sabiduría, su moderación, su ponderación, su juicio exacto sobre los acontecimientos que iban ocurriendo en el mundo, y particularmente en nuestra patria.
Hombre de amigos y no de enemigos. Hombre que, si tuvo adversarios en la política, siempre los consideró y atendió con respeto. Y ese mismo respeto fue el que recibió.
Don Ricardo era una de las instituciones locales. Como bien lo consignaba mi Honorable colega Lavandero, fue alcalde y regidor de Temuco; Senador por las provincias de Biobío, Malleco y Cautín, y académico. Fundó sedes universitarias en Temuco, donde también fue director de una Asociación de Ahorro y Préstamos. Es decir, se trató de un hombre multifacético, de un hombre que tendió la mano para servir a quien recurriera a su persona.
Siento que esa ciudad ha perdido a uno de sus hijos predilectos. Éste ya no se encuentra con nosotros, pero abrigo la certeza de que, desde el más allá, ilumina el devenir de Chile, y especialmente el de Cautín, su tierra tan querida.
Deseo, señor Presidente, hacer extensivo este homenaje, este recuerdo cariñoso, a la familia de don Ricardo; hacerle sentir a ella todo nuestro afecto ante la pérdida irreparable que ha sufrido, frete a los momentos de dolor y duelo que la afligen. Y, también, deseo dirigir un saludo, cordialmente, a su Partido, a la Democracia Cristiana, porque doy fe de que siempre lo llevó en su corazón.
Querido don Ricardo, descanse en paz.
Gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor LARRAÍN (Presidente).- Quiero expresar, a título personal, mi sentimiento de solidaridad con las palabras pronunciadas respecto de don Ricardo Ferrando. Tuve igualmente la oportunidad de conocerlo, y comparto lo expuesto por los oradores que han intervenido: el Senador señor Lavandero, quien solicitó rendir el homenaje, y el Honorable señor García, al adherir.
Era un hombre bueno, muy generoso y con un profundo sentido cristiano, que reflejaba en todas sus actuaciones. Lo conocí cuando desempeñó altas funciones en la entonces sede de la Universidad Católica en Temuco.
Por eso mismo, propongo al Senado que se haga llegar a la familia la expresión de los sentimientos de quienes han hecho uso de la palabra, ciertamente, pero también de toda la Corporación, porque creo que a personas como don Ricardo Ferrando se las debe recordar con gratitud y cariño.
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
Terminado el homenaje.

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